Andrea Cabrera, consultora externa de Dart de México desde la agencia Diálogo Corporativo.
Andrea Cabrera ha trabajado en cabildeo para los sectores de salud, alimentos, tiendas de autoservicio, energía y, desde hace unos seis años, con plásticos. Su vinculación a la industria se dio gracias al apoyo que le brinda a Dart de México, reconocido fabricante de vasos, platos, envases, empaques y tapas hechos de poliestireno expandido (EPS), también conocido como unicel. Desde este rol, su labor consiste en aportar a las autoridades información y contexto que les permitan una mejor comprensión de todas las aristas que puede llegar a tener una decisión restrictiva en relación con temas complejos y hasta controversiales.
El EPS, un material esencial en la cultura gastronómica de México y en diversos segmentos, ha estado en el ojo del huracán desde hace ya un tiempo por su supuesta dificultad para el reciclaje. La entrada en vigor de la prohibición de vasos de unicel en Ciudad de México, desde comienzos de este año, encuentra una contradicción en el hecho de que el material sí puede ser reciclado y además forma parte de valiosas iniciativas para avanzar hacia la economía circular. También hay una incongruencia al no considerar los arraigados hábitos de consumo de comidas preparadas y calientes, en puestos informales de la calle, para los que no hay un sustituto inmediato, conveniente y económico al vaso de EPS.
En el largo camino por la reivindicación de los empaques de unicel, la visión y la experiencia de Andrea Cabrera, consultora externa de Dart de México desde la agencia Diálogo Corporativo, resultan enriquecedoras para navegar en estos tiempos, en los que la presión hacia otros materiales no se ha hecho esperar.
Andrea Cabrera es relacionista internacional, pero hoy conoce tanto del EPS, de su procesamiento y de su reciclaje, como los más expertos del sector. Como consultora externa de Dart de México, fabricante de empaques de poliestireno expandido (EPS), aporta información y contexto a las autoridades para llegar a acuerdos. Su misión es preparar mensajes clave para audiencias que poco conocen del tema o que muchas veces no quieren oír de él, lo que constituye un gran reto para la industria plástica en la actualidad.
“Cuando comencé a trabajar con la cuenta de Dart de México el tema me atrapó. Rápidamente tuve que entender todos los procesos y términos. Generalmente, como consumidor, solo ves el vasito, pero no tienes en el radar todo lo que hay detrás para que sea posible su fabricación y, mucho menos, lo que sucede después de usarlo. Allí comprendí que las acciones que yo pudiera hacer como consumidor eran fundamentales, y que desde el cabildeo era urgente generar un impacto. Me apasioné por el tema y vi la oportunidad de aportar. Hicimos un trabajo exhaustivo para ubicar a los diferentes actores, tanto del sector público como del privado con los que debíamos establecer una línea de comunicación”.
Hace seis años, cuando las prohibiciones estaban en sus primeros indicios ―más por la tendencia que se veía en otros países―, Dart de México buscó adelantarse y comenzar una serie de esfuerzos de comunicación para transmitir que el unicel sí se recicla. Andrea destaca que al comienzo la estrategia se basaba en acciones más creativas, como cuando organizaron una exposición fotográfica en la Cámara de Diputados con el fin de ampliar su visión sobre los plásticos en empaques de comidas y bebidas. Sin embargo, a medida que se agudizó la presión, la comunicación ha pasado a ser proactiva, en aras de cambiar la conversación, lo cual ha sido un gran reto.
“No estábamos en un contexto de emergencia como ahora. En retrospectiva, hoy podemos ver que tal vez faltó mayor unión dentro de la industria para hacer frente a la situación y mitigar el impacto de la ola de prohibiciones que llegó a México. Es importante entender que el cabildeo no solo se hace hacia el gobierno, sino que también se debe hacer con los pares e, inclusive, con los propios competidores, para establecer un terreno más firme.”
En el camino, Andrea ha encontrado tanto obstáculos como logros. Los desafíos más frustrantes están al hallar interlocutores tajantes que, de plano, están muy polarizados en contra de los plásticos y no permiten iniciar un diálogo. Esto sucede en varias ocasiones, y allí, comenta Andrea, es importante identificar cuándo vale la pena insistir o cuándo es mejor buscar otro medio. Sin embargo, también hay grandes satisfacciones al tejer una red de actores, crear conexiones y generar sinergias para llegar a herramientas legales que permitan construir una infraestructura que aporte en todos los sentidos: ambiental, económico y social.
En la ardua labor de cambiar la visión sobre el unicel, Andrea menciona que ha resultado clave generar una sinergia entre el cabildeo y la comunicación, justamente para llevar mensajes mucho más contundentes, que puedan abrir puertas y permitir un diálogo sin que la contraparte sienta que se le está educando o que se le quiere imponer una visión.
Con gran emoción ella reconoce que ha sido un orgullo en su carrera ser testigo y copartícipe en distintos proyectos concretos, que en su momento le han permitido a Dart de México cambiar la narrativa. Tal es el caso de la apertura del primer centro de acopio en Ciudad de México, en 2016, destinado a la recolección de EPS.
“Esto generó un cambio y un aporte real al medioambiente, que generó múltiples beneficios. Se trabajó con estudiantes recién egresados de la UNAM, que tenían una inquietud por estos temas, y fue también gratificante ver cómo este proyecto se convirtió para ellos en una opción que impulsara sus ganas de crecer. Detrás hubo un gran trabajo de pláticas con las autoridades para presentar el proyecto, buscar el espacio para ubicar el centro de acopio y revisar con ellos, incluso, los detalles técnicos, casi al punto de mostrarles la máquina y su funcionamiento. Todo esto para mostrarles a quienes decidían, que con la recuperación del unicel se abría una ventana de posibilidades”.
Otra victoria en este camino ―que destaca la experta― y que va de la mano con el fomento del reciclaje y el centro de acopio, fue la elaboración de un Plan Nacional de Manejo de Residuos.
“Si bien una norma oficial establecía que las empresas debían tener sus planes de manejo, muy pocas la cumplían, y de la industria plástica este fue el primer plan nacional de manejo público y mixto, avalado por la Semarnat”, comentó. Este proyecto fue liderado por tres empresas: Dart de México, fabricante de los empaques; Rennueva, proveedor de la tecnología de recuperación del material luego de su fin de vida, y Marcos & Marcos, que utiliza el material recuperado para la fabricación de nuevos productos.
Proyectar esta sinergia entre las tres empresas y mostrar cómo se unieron el productor, el reciclador y quien reintegra los materiales al ciclo productivo en la fabricación de marcos y molduras les dio herramientas concretas para demostrar, en varias esferas, que el unicel sí se recicla y puede ser valorizado en la fabricación de nuevos productos. Cabe recordar que Plastics Technology México publicó este caso de éxito en su edición de octubre de 2016, en el artículo “Unicel reciclado como negocio”.
Actualmente, Andrea Cabrera se enfoca en continuar impulsando el Plan Nacional de Manejo. “Tener el plan de manejo fue un gran paso, pero al interior tiene varios objetivos que aún están en proceso. Ahora buscamos alcanzar el nivel de infraestructura que se requiere para que el ciudadano común pueda salir de su casa y encontrar un centro de acopio donde pueda dejar sus residuos plásticos. Ese es uno de los grandes retos que tenemos por alcanzar”.
Por supuesto, entre sus proyectos en desarrollo continúa el trabajo por cambiar las percepciones de los legisladores y de la sociedad sobre el EPS e inculcar una nueva modalidad de vida, que permita aprovechar este material con todos los beneficios que brinda en una primera vida para empacar y proteger, en la forma de un empaque, y luego también, al finalizar su ciclo, como una materia prima reciclada para nuevos procesos productivos. “Desde la comunicación podemos llegar a tocar las vidas de los ciudadanos para que abran sus puertas a estos nuevos hábitos, sin satanizar productos, así como promover el desarrollo de un marco regulatorio, en el que interactúen gobierno, industria y sociedad, para encontrar los mejores caminos”.
Según la experta, uno de los principales retos de la industria es entender la importancia de cambiar su narrativa y de establecer una estrategia de comunicación, en la que se presente unida la industria para apoyar cada eslabón de la cadena de valor y sus proyectos. Por un lado, el consumidor no quiere hacerse responsable, y por otro, la autoridad está rebasada y presionada para mostrar resultados en el corto plazo. Ahí se debe llegar con mensajes claros y sensibles.
“Es necesario reinventarse en el sentido de comunicar cómo las empresas aportan dentro de su comunidad y su entorno. He encontrado que los mensajes que solíamos enviar y posicionar en años anteriores ya no son válidos. Hoy, si no llevas ese mensaje del impacto social es difícil que sea aceptado. Ya no basta llegar a decir que la industria genera miles de empleos, porque aunque verdadero, es un argumento que queda por debajo de otros. Ahora los mensajes se deben posicionar desde el impacto positivo generado en múltiples niveles. Debemos ser percibidos como aliados, con proyectos que estén cerca de la gente y la beneficien directamente. Eso puede generar un cambio, y aquí tenemos mucho que mostrar”.
De acuerdo con la experta, el cabildeo también ha cambiado de forma drástica a raíz del auge de las redes sociales y la importancia que muchos legisladores les dan a las conversaciones que se generan allí. “Uno de los retos es entender estos cambios y participar más en esos medios, donde hay tanto ruido en contra de los plásticos. Los legisladores buscan aprobación de los electores, y esa es una forma de hacerlo”.
Otro desafío en la línea de comunicación que maneja la industria ―que ella destaca―, es cómo transmitir lo que significa la economía circular del plástico.
“Tenemos que pensar cómo hablarle sobre la economía circular a la gente de a pie. Falta mayor sensibilidad para traducir esos términos, que son buenos y tienen mucha fuerza a escala corporativa, pero que le dicen poco a la sociedad. Atravesamos un contexto muy complejo sanitario, económico, social y medioambiental, en el que los mensajes de solidaridad, sustentabilidad y apoyo deben crecer. No son tiempos para que el ciudadano señale a la industria como enemiga, sino para que las empresas sean percibidas como aliadas, con la capacidad de entender las preocupaciones y las necesidades inmediatas que tiene la sociedad”, puntualizó.
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