COVID-19: los plásticos están en las buenas noticias

Tal vez pueda ser una revelación muy personal contar en este espacio que durante el cierre de esta edición mi familia sufrió una pérdida por el coronavirus. Duele decir que un ser querido es un puntito de las estadísticas y uno de los más de 225,000 pacientes que han perdido la lucha contra esta nueva y aún desconocida enfermedad en el mundo (según cifras de finales de abril). Mi amado tío me alertaba en febrero que me cuidara de este nuevo virus en mis viajes de trabajo, pero lo que nunca vimos venir es que él también debía extremar cuidados. En ese momento, era difícil predecir que la pandemia le daría un golpe tan contundente a Nueva York, donde él vivió por más de tres décadas.

Luego de experimentar en carne propia lo más triste que se ve en redes sociales sobre despedidas a través de la pantalla de un celular y sin el menor atisbo de honras fúnebres, poco quería saber sobre el coronavirus. La verdad es que solo ver esa palabra escrita me causaba malestar. Aún así, ya estaba acordado que la edición de mayo trataría el tema en la portada, pues, de la misma forma en que el COVID-19 alteró las agendas de todo un planeta, también en la revista los temas que se tenían planeados en el calendario editorial debían darle paso a entender el rol de la industria plástica en toda esta situación.

Me armé de lápiz, papel, celular y toda suerte de aplicaciones tecnológicas para continuar el trabajo periodístico desde casa. Sin embargo, con lo que no contaba es que, a diferencia de la sensación de desesperanza que dejan las noticias de periódicos y noticieros, en mi ronda de entrevistas aparecieron historias que hablaban de coraje, optimismo, confianza, creatividad y, sobre todo, solidaridad.

Encontré que en esta coyuntura del COVID-19 las buenas noticias tienen todo qué ver con los plásticos. Cuando se habla de las tecnologías para mitigar los contagios o tratar a los enfermos, los plásticos están presentes, ya sea en forma de respiradores, cubrebocas, guantes, caretas de protección facial, lentes de seguridad, desechables y en todo tipo de infraestructura hospitalaria. También están en los elementos que nos permiten resguardarnos en nuestras casas a través de los empaques de alimentos, envases, electrónicos, tuberías de manejo de aguas y acolchados para agricultura, entre muchos más.

Pero más allá del desempeño o las cualidades de los materiales, está el uso que se haga de ellos y la generosidad de poner la capacidades y recursos propios al servicio de los demás. Por eso, en esta edición el protagonismo no es para el coronavirus sino para la resiliencia del espíritu humano en la adversidad y para aquellos empresarios, proveedores, académicos e investigadores que están contribuyendo con soluciones reales.

Mis pláticas con todos ellos resultaron inspiradoras, pues gracias a su labor hay una esperanza de que esos puntitos de las estadísticas, que son el dolor de una familia, no sigan trepando exponencialmente. Igualmente resultó terapéutico producir esta revista en conjunto con mis colegas del equipo editorial. Por eso, realmente confío en que para ustedes la lectura también sea motivadora y les permita ver esta crisis desde otra perspectiva.

En nuestra edición de mayo pueden encontrar historias sobre los aportes de la industria plástica en México, sobre iniciativas de manufactura colaborativa a escala global, sobre las medidas que toman los proveedores de tecnología para apoyar a muchas empresas que al ser esenciales no se detienen. También incluimos una columna con tácticas para trabajo remoto, uno de los retos de esta contingencia.

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