De origen italiano, y con más de veinte de residencia en México, la doctora Moggio es actualmente la única mujer investigadora del CIQA que sustenta el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el nivel más alto que se puede alcanzar.

Esta distinción es el resultado de un larga y exitosa trayectoria, que comenzó en el Viejo Continente y que, inesperadamente, como ella reconoce, continuó en México con grandes satisfacciones.

Ivana Moggio es licenciada en Ciencias Químicas y cuenta con un doctorado directo en Química, grados obtenidos en la Universidad de Génova, Italia, además de una estancia de un año en el Instituto de Física y Química de Materiales de Estrasburgo, Francia. Sus líneas de investigación abarcan temas como optoelectrónica, diodos electroluminiscentes y celdas fotovoltaicas, así como marcadores moleculares para tinción de células y de bioimagen.

De acuerdo con Moggio, su implicación con los polímeros nació como parte de una serie de coincidencias con personas que trastocaron no solo su vida profesional, sino también personal.

Las más importantes fueron, en primer lugar, su encuentro con una notable profesora italiana, la profesora Giovanna Dellepiane, docente de la Universidad de Génova, que la invitó a participar en un proyecto de investigación sobre polímeros conjugados, tema de gran novedad en la década de 1990.

“Era el año 94 o 95, y yo solo sabía lo básico de química macromolecular o química de polímeros. Aún no se conocían todavía los polímeros como materiales aislantes. Me hablaron de una profesora que empezaba a trabajar con polímeros conjugados o conductores, porque conducen la corriente eléctrica. Eran polímeros fascinantes, algo muy nuevo que empezaban a desarrollar. Tenían colores muy brillantes que cambiaban con la temperatura o la luz. Todo eso me llamó mucho la atención, fui con ella y se convirtió en una mentora que influyó en mi preparación y en la decisión de estudiar el doctorado.”

El segundo encuentro que tuvo Ivana, más fortuito, ocurrió durante la especialización en recubrimientos de polímeros que cursó en Francia, lugar donde conoció a otro estudiante extranjero, el M.C. Eduardo Arias, actual investigador Nivel III de Materiales Avanzados del CIQA, y con quien posteriormente no solo trabajó codo a codo, sino que formó una familia en México.

“Cuando terminamos nuestros doctorados, en el año 2000, vinimos a México y había una posición en el CIQA que me asignó el director de ese entonces, el Dr. Luis Francisco Ramos de Valle. Yo contaba con varias publicaciones y me dieron la vacante de investigadora. Lo natural fue comenzar a trabajar en lo que conocíamos del doctorado. En el CIQA no había nada sobre el tema de polímeros conjugados, y ese mismo año entregaron el Premio Nobel de Química sobre este tipo de polímeros (Heeger-MacDiarmid-Shirakawa). La Sociedad Química de México nos invitó a hacer un trabajo de divulgación sobre el tema con otros colegas del CIQA, y así empezamos”.

Su llegada al CIQA le generó muchos retos y un intenso trabajo junto al Dr. Arias y con el apoyo del Dr. Jorge Romero, una figura igualmente relevante en su carrera. Juntos integraron el primer grupo de investigación de biopolímeros en el CIQA, lo que ella considera uno de sus mayores logros profesionales.

“Me da orgullo haber formado ese grupo, pues empezamos desde cero. Ahora tenemos prestigio nacional e internacional. Realmente, investigadores de Estados Unidos, Italia y otras partes del mundo se sorprenden al ver nuestro equipo e instalaciones de primer nivel. Y en el plano personal, también estoy muy orgullosa de haber obtenido el Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), una evaluación muy rigurosa y una distinción que lleva bastante tiempo obtener. Todo esto me hace pensar que nuestra línea de investigación es importante y que mi rol también lo es. Actualmente somos cinco investigadores Nivel III, y soy la única mujer en el CIQA que lo ha obtenido en 2017. Y más allá de lo que académicamente significa, siento que es un reflejo de mi esfuerzo y del óptimo trabajo del grupo en su conjunto”.

Las investigaciones de Ivana Moggio sobre polímeros conjugados, sin duda, han contribuido a su mejor conocimiento y a la generación de diversas aplicaciones. Debido a que pueden conducir la corriente, se pueden utilizar en electrónica, en partes de componentes de automóviles en las que se necesita un dispositivo electrónico, en textiles inteligentes, y en el display para pantallas planas y celulares, entre otras.

A partir de ellos, también se pueden producir biosensores, elementos de seguridad para prendas o documentos, dispositivos de filtración y de liberación de medicamentos e, incluso, pueden emplearse en el diagnóstico de enfermedades, debido a que cambian de color con la luz, con el pH y en presencia de ciertos microorganismos.

Y justamente en el área de la salud, orientada al diagnóstico, la doctora Moggio desearía contribuir a través de sus investigaciones.

Finalmente, Ivana compartió un mensaje a las mujeres sobre la importancia de la labor científica.

“Para mí es muy importante promover el trabajo de otras mujeres, colegas y estudiantes, e incentivar a las mujeres a hacer ciencia e investigación y tecnología, pues realmente es necesario efectuar una transferencia que impacte en la industria y en las personas”.